domingo, 9 de setembro de 2007

REVISTA RONDA IBERIA


REVISTA RONDA IBERIA

ABRIL 1994

Editada por IBERIA, líneas Aéreas de España.

RIO, EM PRESENTE DE INDICATIVO; pags 22 a 37
Fue, al parecer, el general De Gaulle el que, tras una visita a Brasil, comentó que aquel no le parecía un país serio. A no mucho tardar, un escritor carioca puntualizó que qualquier brasileño serio sabía eso antes de que lo advertiese el presidente francés.
“Es una verdad a medias – me explica un amigo - , porque De Gaulle no se refería a Brasil sino a la impresión que le habia causado Río.” Mí intención me dice que puede estar tergiversando las cosas, dada su condición de habitante de São Paulo, pero no es menos cierto que qualquier ciudadano de Río podría jactarse de haber causado ese juício foráneo...

La antigua capital de Brasil impone al visitante sus inmensos contrastes que no dejan lugar pra el recuerdo...

La primeira apreciación que se tiene de esta gran urbe es que la naturaleza les ha preparado a sus ocupantes un coctel para embriagar a cualquiera...

Los cariocas que se exiben en las playas tienen perfectamente asumido el modelado de su cuerpo para cuando llegue el momento en que el músculo ceda...

El caos lo papa el visitante en detalles tan evidente como la forma de conducir de los cariocas, émulos todos del campeón Airton Senna...

Muchos visitantes pierden la oportunidad de tomarle a medida a esta metrópoli, empeñados tan sólo en hacer un circuito que les lleva del hotel a las playas...

ENHORA BUENA, BELLE EPOQUE pags 40 a 46
Una pelicula española dirigida por Fernando Trueba acaba de conseguir el máximo galardón de la Academia de Cine Norteamericana.

Belle Epoque es una comedia con apuntes de musical – generos, ambos favoritos de Hollywood – realizada con inspiración, gracia y ritmo....

No es extraño que, tras su exito de taquilla en Estados Unidos, los estudios del “dorado bosque” piensen en comprar los derechos de la idea y adaptarla...

Fernando Trueba siempre ha sido un hombre pragmático que, a lo largo de su carrera, ha sabido adaptarse a las cambiantes circunstancias del mundo al que pertenece...

Quién le iba a decir a ese joven crítico, mitómano e iconoclasta a la vez insolente, caprichoso e inteligente, que a principio de los setenta, desde las paginas de una guía de ocios madrileña, desenvainaba con alegre puntería su lengua bífida contra todo aquello que le disgustaba en el cine español y extranjero, que, veinte años más tarde, se iba a ver recogiendo la estatuilla de un Oscar?
Y, sin embargo, Fernando Trueba no ha cambiado tanto. En vísperas de la ceremonia seguía confesandose mitómano, y añadia, sin disimulos, que jamas los oscars formaron parte de su mitomanía; ni siquiera sintió indiferencia la primera vez que acudió a la colina com las letritas de Hollywood: magnifica, encomiable, sinceridad; genio y figura, hasta la sepultura....

RUTA DE LA PLATA; pags 50 a 62
Entre las ciudades de Gijón y Sevilla discurre esta antigua calzada romana tetigo de la historia y los sueños de los pueblos que atraviesa.

En los altos del barrio gijonés de Cimadevilla, a espalda del palacio de Revillgigedo y la casa natal del político y escritor Jovellanos, se levanta el ELOGIO DEL HORIZONTE de Eduardo Chilida. Surge como una puerta abierta a la libertad azul en la que so sólo cabe penetrar con la mirada. En el extremo sur de la llamada Ruta de la Plata, frente a las blancas fachadas del barrio sevillano de Triana, otra obra del mismo autor se alza en favor de la tolerancia entre los distintos pueblos y culturas. Son los dos broches de piedra que coronan las cabezas de este camino legendario que ha originado una copiosa literatura.
Richard ford, infatigable viajero que recorrió España a caballo a principios del siglo pasado, tuvo la brillante ocurrencia de comparar estas rutas con las vértebras de un mamut. Realizó, sin saberlo, el retrato literário más original que se conoce de la calzada romana que unía Mérida con Astorga....

En el presente siglo, la ruta ha dado nombre a una linea de ferrocarril que ya forma parte de la historia, y a una carretera nacional, la 630...

Del aspecto sobrio de Santa Cristina de Lena o Santa Mária de Naranco, joyas del prerrománico asturiano, se salta a la arquitectura colonial extremeña...

Las leyendas no conocen descanso. Recorren la ruta de un extremo a otro, de Covadonga a Doñana, viajando de boca en boca...

Los maragatos, sobre cuyo origen no se ponen de acuerdo los historiadores, han conservado intactas buena parte de sus tradiciones seculares...

La vieja calzada que conoció el paso de las legiones romanas no renacerá de sus cenizas. Sus restos son el mero testimonio de otra época...

LISBOA REVISITADA
Nunca lo conocí, a no ser por sus versos, pero podría jurar que el caballero de gabardina y gafas tristes que acaba de salir del aeropuerto de Lisboa es el poeta Alvaro de Campos, con quien Fernando Pessoa de disfrazó en vida. A primera vista son iguales, el mismo sobrero de cinta ancha, la misma gabardina, el mismo bigote corto, en fin, la misma figura que pintores e ilustradores de periódicos no se cansan de repetir desde que se ha hecho universal en las letras contemporáneas.
Pero ese Pessoa ha dejado el mundo hace ya unas decenas de años, y el que atraviesa ahora el vestíbulo del aeropuerto no puede ser sino el otro, el que Pessoa escribió bajo el seudónimo de Alvaro de Campos para contarse a sí mismo o a la Lisboa que vivió con ciertas luces del desencanto. Son gemelos, aunque se piense que no, pero Campos es un autopersonagen de Pessoa, está vivo; mientras que el otro, aún ayer ignorado, reposa ahora en el panteón de glorias nacionales. Como se sabe, los poetas mueren y los personajes quedan.
De Campos, poco se conoce. Anduvo la misma Lisboa donde nació y murió Fernando Pessoa (sin que jamás se hubieran encontrado, se supone), se hizo ingeniero naval en Glasgow, viajó ( “perdió paises”, como dijo él en sus versos) y acabó por estabelecerse en Durban como director de los artilleros del puerto, o algo así. Dicen que ya entonces era el individuo solitario que siempre fue, alto y solitario como Pessoa, pero de cara afeitada y con monóculo, para distinguirse de sí mismo.
“Mi patria es el lugar donde no estoy”, confeso una vez, muy a solas. Por esa razón , una vez exilado en Durban, solía encerrarse por la noche en el cuarto del hotel para revivir en versos de poeta secreto la Lisboa que había dejado hacía tantos años. O Rossio, los cafés de la Baixa, el estanco del barrio, todo aquel mundo lejano venía entonces a liberar su soledad porque era fuera del espacio inmediato cuando él sentía la patria más real.
Años y años de esta escritura noturna. Y los recuerdos cada vez más exactos y la boca cada vez más requemada de pitillos, y la vista nubándose, peligrosamente. Ahora el monóculo, ese ornato, había sido sustituido por unas gafas burcráticas que le daban un aire aún más austero, más agudo y, también, más enigmático. Allí, en la costa africana, a la luz de una pantalla nortecina y con insectos fantasmas embistiendo contra los vidrios de la ventana, vivia la placida Lisboa de las orillas del Tajo que Fernando Pessoa recorría diariamente bajo el seudónimo de Alvaro de Campos, poeta de su invención....
Jose Cardoso Pires


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