ALEISTER CROWLEY EL LIBRO DE LA LEY
Editorial Humanitas
Primera edición en castellano, 1992.
Reimpresión en 1996
ISBN 8479101431
Editorial Humanitas
Primera edición en castellano, 1992.
Reimpresión en 1996
ISBN 8479101431
PREFACIO
Nos encontramos ante una obra que en su tiempo, 1936, causó una fuerte polémica acerca de su autenticidad. La misma forma de presentación resultó ofendida para los entendidos y estudiosos profundos de las Ciencia Ocultas, por el burdo intento de secretismo que intentó plasmar en ella Aleister Crowley, que se apunta como receptor del mensaje con uno de sus más criticados seudónimos: 666 ó DCLXVI.
Para el publico poco iniciado, o seguidor de la escuela de Crowley, el LIBRO DE LA LEY fue toda una revelación, en la que su Maestro del Templo (Crowley), había sido el elegido para recibir el mensaje de los Dioses Egipcios, a través de Aiwass, Ministro de Hoor-paar-Kraat.
EL LIBRO DE LA LEY fue tenido como un documento secreto que circulaba por entre os seguidores de Crowley, Crowley aseguraba haber recibido el mensaje en 1904, pero no hace menciones de dicho libro hasta 1927, en una de las mejoras ampliaciones que hizo del 777. este factor cronológico hizo dudar aún más de su autenticidad a sus detractores.
Entre todos los ocultistas importantes de principios del siglo había divergencias, y se tildaban unos a otros de charlatanes, pero el caso de Crowley era especial, sus afirmaciones anti-crísticas le colocaron la etiqueta de satanista reconcentrado e irrecuperable. Por esta razón se convirtió durante un tiempo en el centro de las críticas; críticas que por otra parte satisfacían gratamente el Ego de Crowley.
Sus detractores tomaron la obra como una copia de los diversos himnos religiosos egipcios publicados anteriormente por Maspero en una obra de recopilación titulada “LOS HIMNOS DEL NILO”, que fue publicada en París en 1868.
La teoría del plagio tenía otros fundamentos: las obras de estudio e investigación egiptológica publicadas hasta entonces, entre las que destacan, por su carácter religioso y divulgativo, las de Sir E.A. Wallis Budge, que estuvo encargado por diez años consecutivos del área de Antigüedades Egipcias y Asirias del Museo Británico. Las obras de Young, Champollion, Wiedemann, Brugsch, así como las diversas traducciones en francés e inglés del LIBRO DE LOS MUERTOS, y sus distintas interpretaciones, pudieron servir de material a Crowley para poner en marcha su LIBRO DE LA LEY.
Cuando fue publicado el LIBRO DE LA LEY por primera vez en 1938, la moda egipcia en Europa ya estaba en declive, entre otras cosas, porque Egipto había alcanzado su independencia de Inglaterra en 1922, y había logrado hacer que desapareciera prácticamente la presencia militar inglesa en 1936. en otras palabras, Egipto había dejado de ser el pueblo apacible, apático y misterioso, para tomar nuevamente un lugar en el mundo como nación independiente.
Curiosamente, en 1922 los arqueólogos británicos H. Carter y Lord Carnavon descubrieron la tumba de Tutankamón, aportando nueva pase para los estudios egiptólogos, y para las leyendas negras de las maldiciones. Pero a partir de 1922 las excavaciones y las investigaciones fueron reprimidas y obstaculizadas por el nuevo gobierno egipcio.
Para 1938 perduraban más leyendas sobre las maldiciones que los estudios serios de egiptología. Diversas sectas, comparables a las de tendencias orientalistas que hoy vemos en las calles de las grandes capitales, se asentaron en Londres y París, abriendo cultos de dudosa factura a Ra, Horus, Osiris, Isis, etc. Otros grupos y sectas de origen europeo incluyeron con mayor afán las ideas hindúes y egipcias a sus ritos. En 1938 la magia, el culto y el ocultismo le habían tomado la delantera al estudio serio del Egipto antiguo. El cine ayudó a divulgar las leyendas de las momias y las maldiciones mortales. Carter y Carnavon habían muerto en circunstancias extrañas, quizás alcanzados por la venganza de Tutankamón. En suma, que Egipto pasó de moda mientras que las leyendas y los golpes de espectacularidad sobre el tema alcanzaron su apogeo en 1938, un buen año sin duda para publicar el LIBRO DE LA LEY.
En 1938 Europa se preparaba para la Segunda Guerra Mundial, apuntalando el sentimiento mágico y fatalista del hombre. Crowley fue sensible al hecho, quiza por ello de decidió publicar una obra tan celosamente guardada para sus seguidores, y no por un afán comercial, sino por el afán de dar a conocer sus creencias e infundirlas en el resto de la población.
En su momento, Crowley también se cuestionó la autenticidad de la obra, y la autenticidad del “mensajero” que se la dictó. Crowley viajó efectivamente a El Cairo en el 1904, hecho que confundió a sus detractores y que llevó algunos de ellos a reconocerle como digno de crédito algunos años después de su muerte.
La polémica de la autenticidad o falsedad de los origenes del LIBRO DE LA LEY, no le resta interés e importancia a la obra, que nos revela un sentido místico lo suficientemente profundo como para conmover al estudioso y al lego, al creyente y al escéptico, y que le erige como una de las obras fundamentales del Ocultismo de todos los tiempos.
La otra parte de la polémica se centra en la introducción original al LIBRO DE LA LEY, firmada por O.M. y avalada por el sello de la Aurora Dorada, es decir, por la Orden Rosa Cruz de la Golden Dawn.
El sello y la firma, así como el estilo de la introducción corresponden más a S.L MacGregor Mathers, el Frater Non Ovnis Moriar, que al temperamento rebelde de Aleister Crowley.
Estos puntos pode indicar que el LIBRO DE LA LEY se concibió efectivamente en el 1904, cuando Crowley aún mantenía relaciones afines a la Orden Rosa Cruz de la Golden Dawn, cuando aún trafactores externos que pudieran rodearle, y esto, lo podrá comprobar el lector en las próximas paginas.bajaba en conjunto con Mathers, Westcostt y Waite, cuando cada uno de ellos se erigía en el jefe de su propia secta, cuando la separación aún tenía visos de engrandecimiento y de ampliación, y no de enfrentación y dispersión, a pesar de sus marcadas diferencias.
Y por otra parte, el sello y la firma pueden tomarse como una falsedad más, pues ya en el 1900 las diferencias entre los ocultistas ingleses se habían acentuado.
Todo ello no hace más que aumentar el misterio sobre el LIBRO DE LA LEY, cuyo texto se mantiene por si mismo. Su importancia e interés se centran más en la esencia de sus líneas que el los
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